Entra un hippie en un autobús y ve a una monja, con un cuerpo que parecía espectacular tras su hábito, y le dice:

No puedo remediarlo, quiero hacer el amor con usted.

A lo que la monja responde:

Como ve soy una monja; por lo tanto no puedo hacer el amor con nadie, lo siento.

El chófer – que escuchó la conversación- paró al hippie cuando se bajaba, y le dijo:

Yo sé como puedes hacerle el amor.

¿Cómo?, preguntó el hippie.

Cada martes la monja va al cementerio a rezar a medianoche. Una buena idea sería que tú la esperaras y te pusieses una túnica blanca y un poco de polvo blanco en la cara para que así ella piense que eres un ángel.

Al martes siguiente el hippie hizo lo que le dijo el chófer, y se fue al cementerio a esperar a la monja.

Efectivamente apareció la monja, y se puso a rezar, y entonces le gritó el hippie:

Soy un enviado, ¡¡¡y atenderé tus rezos si te hago el amor!!!

A lo que la monja asombrada, y casi sin voz le contesta:

Vale, vale… pero por detrás, porque quisiera mantener mi virginidad.

Cuando terminan de hacer el amor por detrás, el hippie satisfecho y riendo a carcajadas, le dice:

Ja, Ja… tontorrona: ¡¡¡SOY EL HIPPIE DEL OTRO DÍA!!!

Entonces la monja se quita el vestido y dándose la vuelta le dice:

Ja, Ja… Y yo: ¡¡¡SOY EL CHOFER DEL AUTOBÚS!!!

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